Después de todo
podemos decir que sabíamos cómo terminaríamos. Era parte del contrato del
destino, donde nos decía que la fórmula para un momento inolvidable era un corazón
roto.
Anda, es tu
destino, ser feliz lado a lado, formar una familia… pero no con migo.
Justo como tenía
que ser nuestro a dios, cortante y con los mejores deseos del uno para el otro.
Después de una historia tormentosa que me dejo con un millar de neuronas
anestesiadas porque me negué a pensar demasiado y lastimarte paso a paso.
Anda, es tu
destino, tomar el camino simple aun cuando no sea el que como dos quisimos.
El color rojo del
ocaso y las seductoras nubes en el cielo, no me recuerdan a ti ni me inspira
correr a tus brazos, odio nuestras canciones y lo que significaban tus abrazos,
no quiero otro segundo sabiendo que al final no será a mi lado.
Lo deje todo por
nada, aun así esperaba todo de ti. Y nuestra historia se volvió inolvidable,
respetando las reglas de un corazón maltratado.