No fue sino hasta
que nos ocultó la noche
Cual cómplice de
nuestro tierno secreto
Hasta que la
marea juguetona nos amenazo
Que rozaría nuestros
pies y nos empaparía la piel
No fue hasta
entonces, que las palabras no fueron necesarias
No recuerdo si
fue el humo que nos ciega, o la espuma en la arena
Ni recuerdo las
palabras de los duendes que montaban sobre cangrejos en la arena
Solo
recuerdo el ritmo de tu respiración
Y el ritmo de mi corazón que se exalto
Cuando sin palabras
buscaste mis brazos
Y sin ningún remedio
correspondí a tus encantos
Un tanto
confundido lo acepto aun cuando no soy un principiante
No sabía si me
deseabas, o solo buscabas calor de humano
Y con la nariz
impregnada olor a mar y hierba
Nos bastó la luna
para que hachís uniera nuestros labios
Que noche, que labios, que hermoso
Me tragaría mis
años por que hubiese durado un segundo más
Porque por un
momento, despegamos los pies del suelo y caminamos sobre el mar